lunes, 9 de julio de 2012

LA ZONA DE LOS TIZNADOS DURANTE LA GUERRA FEDERAL


LA ZONA DE LOS TIZNADOS DURANTE
LA GUERRA FEDERAL
Dr. Felipe Hernández G.
UNESR-Cronista Oficial de Valle de la Pascua
felipehernandez56@yahoo.es
La Guerra Federal fue un conflicto armado que vivió Venezuela durante cinco años, entre 1859 y 1863, cuando finalizó luego de la firma del Tratado de Coche que le puso fin a la contienda bélica. Llamada también Guerra Larga, Revolución Federal o Guerra de los Cinco Años, este acontecimiento histórico reunió muchos eventos relevantes.
Teniendo como sus máximos líderes a Ezequiel Zamora y Juan Crisóstomo Falcón. La Guerra Federal se desarrolló principalmente en la zona de los llanos altos y bajos del país (actuales estados Barinas, Portuguesa, Cojedes, Apure y Guárico); también se registraron pequeños encuentros en la zona central de los estados Falcón, Lara, Yaracuy, Carabobo y Aragua, así como en el Oriente, principalmente en el territorio de los estados Anzoátegui y Sucre, pero se trataba de actividades de guerra de guerrilla. Regiones como Los Andes, Guayana y el Zulia se mantuvieron prácticamente al margen de la lucha.
La contienda, más allá de dirimir el debate político entre conservadores y liberales, centralizado principalmente en Caracas, no precisó un cambio radical en la estructura social de la época, ya que el triunfo nominal de la Federación, derivado del Tratado de Coche, firmado el 23 de abril de 1863 en la hacienda Coche, próxima a Caracas, por Pedro José Rojas, secretario general del jefe supremo de la República, general José Antonio Páez y Antonio Guzmán Blanco, secretario general del presidente provisional de la Federación, Juan Crisóstomo Falcón, y confirmado por ello mismos en Caracas, el 25 de mayo de 1863, no pasó de ser un mero principio político.
En el plano militar, el combate fue, esencialmente, una guerra de guerrillas. Sólo durante el primer año, se organizó una unidad de mando en el seno del ejército federalista, comandado por Ezequiel Zamora. Tras la muerte de Zamora en San Carlos, el 10 de enero de 1860, el liderazgo federalista recayó principalmente en Juan Crisóstomo Falcón y Juan Antonio Sotillo.
Tres grandes luchas marcaron la historia de esta guerra: la batalla de Santa Inés el 10 de diciembre de 1859; la batalla de Coplé, el 17 de febrero de 1860, y la batalla de Buchivacoa, el 26 y 27 de diciembre 1862.
En el Guárico, la Guerra Federal encontró a la población socialmente dividida. Consolidada sus posiciones, la burguesía actuaba a su antojo; como secularmente lo habían tenido todo, sus latifundios continuaban incrementándose.
En los documentos y en la historiografía llanera se recoge fehacientemente, de que manera desde la Colonia, y posteriormente, se fijaban los linderos de los hatos: “Cuatro leguas y algo más”; ”Tres leguas y un cuarto más o menos”; “Una legua y un octavo aproximadamente”; “Dos leguas que hay entre el río y la madrevieja”; “Cinco leguas entre la mata de punteral del último rancho, la palma cachorra del asiento y el río”, expresiones con las que resultaba siempre favorecido el adquiriente de las tierras. Además, los agrimensores siempre eran complacientes y atendían los requerimientos de los dueños de hatos en los recorridos por los predios midiendo las tierras: “A solicitud del dueño de la tierra se le anexó legalmente una pequeña cuchilla que hay entre el pasteadero y el río para que el ganado beba agua en el verano”, pequeñas cuchillas que llegaban a alcanzar a veces hasta dos leguas y más. En la Colonia se decía: “Para eso el Rey tiene bastante”.
Pero mientras los grandes propietarios hacían arreglos “legales”, los indios, los negros y otras clases desposeídas, quedaban en la misma situación de abandono y desamparo. Cuando los grupos en pugna dieron fisonomía a la guerra, con la cual aspiraban a completar el ciclo emancipador, había tanta injusticia soterrada, tanta inquietud que buscaba expresión, que la violencia vino a ser el común denominador durante los cinco años de su duración.
Una descarnada descripción de la actuación de los guerrilleros en el Guárico durante el período de la Guerra Federal, ofreció a la posteridad el historiador J. A. De Armas Chitty (1961):
Hubo sitios del Guárico donde no alcanzaron a contar los cuerpos colgantes de los vencidos. Toda la tierra de Tucupido, desde el Manapire al Macho y desde el Tamanaco al Andaluz, se llenó de tumbas anónimas… A la sombra del bosque, casi en comunidad con ciertos grupos indígenas, aparece un tipo de bandolero que nunca asiste a la guerra, pero si sabe llegar a la hora del reparto. Es activo, audaz y valiente. Conoce todos los rumbos y borra continuamente las huellas de su caballo. De noche asalta los villorrios, los incendia, roba y asesina. Cuando le capturan, muere fusilado. No importa que invoque su procedencia liberal o goda; su cuerpo quedará como escarmiento… Este hombre, en la Guerra Federal, mantendrá en zozobra a los pueblos del Guárico. Si en Tucupido lo repelen a fuego, en Zaraza habrá cabildo abierto contra los asaltantes. Por varios años, un cuerpo de 500 hombres que llamaron Cacha e’ filo, defenderá la capital del Unare de los guerrilleros del Tamanaco y el Orituco1.

Estos hombres con sus acciones armadas, “sin Dios ni Santa María”, como aves de rapiña en nombre de la Guerra Federal, mantendrán en zozobra permanente a los pueblos y caseríos de los llanos guariqueños.
En lo que concierne a la zona de Los Tiznados, a consecuencia de la popularidad del general José Antonio Páez, en el Guárico el ejército conservador gozaba de un mayoritario respaldo. Entre los defensores de la causa federal, destacaron las figuras de Zoilo Medrano, Donato Rodríguez Silva y José de Jesús González “El Agachado”, quienes se rebelaron contra el gobierno de Julián Castro, a favor de los federales, en julio de 1858 en la sierra de Carabobo, tomando el camino de San Francisco de Tiznados, donde se enfrentaron con el coronel conservador Pedro Etanislao Ramos, quien los derrotó en esa población, el 20 de julio de 1858.
Después de la derrota de San Francisco de Tiznados, se enfrentaron a José María Rubín en Güesipo y contra Juan Nepomuceno Llamozas en los Playones de Ortiz. El Agachado destrozó al general Narciso Callano en el sitio de Las Mulas, a Gabriel Sandoval en La Ceiba y a Pedro Estanislao Ramos en La Lajita.
El mayor radio de acción de los combates y luchas de los guerrilleros de la Federación en suelo guariqueño, estuvo enmarcado fundamentalmente en el entorno geográfico de la zona de Los Tiznados, Ortiz, Parapara, la mesa de El Sombrero, Vallecito, y la sierra que separa al Guárico de Carabobo. La consigna era “mientras manden los godos permaneceremos alzados”2.
La zona de Los Tiznados, Ortiz, Los Playones, Güesipo, Las Mulas, La Lajita, La Ceiba, Potrerito y las inmediaciones de El Sombrero, fue escenario de encuentros guerrilleros donde participaron Zoilo Medrano y “El Agachado” José de Jesús González.

Los próceres de la Guerra Federal Zoilo Medrano, oriundo de Parapara; José de Jesús González “El Agachado”, de El Consejo en Aragua o de Manuare (Belén, estado Carabobo) y Donato Rodríguez Silva, natural de San Francisco de Cara, compañeros de Zamora y de Crespo en su accionar por los llanos guariqueños. Los tres tuvieron preponderante actuación en los combates de la Federación y antes, en el caso de El Agachado, en la insurrección campesina y antiesclavista de Ezequiel Zamora que culminó con la batalla de El Limón y Laguna de Piedra en jurisdicción de San José de Tiznados, el 26 de marzo de 1847.

El Agachado o José de Jesús González sirvió a las órdenes del general Zamora desde 1846 y este lo menciona en el expediente que le abrió la oligarquía villacurana al ser capturado en la sierra al sur de Platillón. Se le consideraba un guerrillero habilísimo, astuto y conocedor de los vericuetos de la Sierra. Murió macheteado después que malherido en una pelea cerca de San Francisco de Tiznados, lo alcanzaron en el suelo, pero antes se llevó por delante a tiros al oficial enemigo Carlos Zerpa. El cadáver atado de pies y manos con bejucos fue llevado al cementerio de dicho pueblo, hoy bajo las aguas de la represa del Tiznados, donde su gran amigo Zoilo Medrano cercó su tumba modestamente y le colocó una cruz. Se le llamó Agachado porque en los asaltos, en la espesura ordenaba a sus hombres: "¡Por aquí, muchachos, agachaditos!" al momento de lanzarse al ataque… Zoilo Medrano estuvo luchando hasta el triunfo de la Guerra Federal en 1863 y culminó su actuación militar con el sitio y rendición de Ortiz, defendido por el coronel gobiernista Juan Vicente Rodríguez. Fue Presidente del Guárico en la capital Calabozo. En la batalla de Los Playones de Ortiz en 1858, junto con el parapareño Norberto Lara y bajo las órdenes de Donato Rodríguez Silva, triunfó contra las tropas al mando del comandante calaboceño Juan Nepomuceno Llamozas que defendía al gobierno centralista.
El general Donato Rodríguez Silva… Luego de 1848 se incorporó a la milicia y participó en acciones de la guerra Federal y después de esta. Era arrogante y valeroso en el combate. El general José Tadeo Monagas lo designó Gobernador de la provincia del Guárico. Estuvo preso en Caracas y exiliado en Santo Domingo3.

La campaña militar de la Guerra Federal en la zona de Los Tiznados estuvo signada por combates y guerra de guerrillas.
En cuanto a los efectos que tuvo sobre la economía de la zona, como en el resto del país y del Guárico, resalta la crisis ganadera por los constantes asaltos, el robo y el abigeato que desató. La mayoría de las tierras destinadas a la siembra y a la ganadería fueron incendiadas, con la consiguiente escasez de alimentos.
Es posible que algunos sectores de la población guariqueña hayan puesto alguna esperanza en el proyecto de los federales, tal como ocurrió en el resto del país, se llegó a creer que, en efecto, se producirían cambios favorables al conjunto de la población; más sin embargo, los referentes documentales dan a entender que la Guerra Federal se convirtió en un fiasco más para los sectores populares de Los Tiznados y sus alrededores.
REFERENCIAS Y NOTAS:
ALVARADO, Lisandro. (1956): Historia de la Revolución Federal en Venezuela. Caracas: Editorial Ragón. p. 96.

AQUINO D. Manuel. (1991): El General Agachado. San Juan de los Morros: Diario El Nacionalista, 19 de marzo de 1991. p. 4.

BOTELLO, Oldman. (2008): Zoilo Medrano, El Agachado y Rodríguez Silva en el Panteón. En: http://historiografias.blogspot.com/2008/09/zoilo-medrano-el-agachado-y rodrguez.html. Lunes 29 de septiembre de 2008.
DE ARMAS CHITTY, J. A. (1961): Tucupido. Formación de un pueblo del llano. Caracas: UCV. Facultad de Antropología e Historia. Facultad de Humanidades y Educación. pp. 161, 162.
HERNÁNDEZ G. Felipe. (2008): General José María Zamora. Prócer Vallepascuense. Calabozo: III Encuentro de Cronistas e Historiadores en Calabozo. Alcaldía del Municipio Francisco de Miranda/Ateneo de Calabozo/Grupo de Historia Regional y Local/Cátedra Libre "Efraín Hurtado". Sábado 29 y domingo 30 de marzo de 2008.
PÁEZ, José Antonio. (1987): Autobiografía. Tomo II. Caracas: Academia Nacional de la Historia.

LA ESQUINA DE LA TORRE


LA ESQUINA DE LA TORRE
(Ayer: Esquina de La Torre. Hoy: Esquina de La Llanera).

FELIPE HERNÁNDEZ G.
Cronista de Valle de la Pascua

                En la toponimia de la ciudad de Valle de la Pascua, la esquina de La Torre está ubicada al sureste de la plaza Bolívar, en el cruce de las calles Atarraya y Guasco. Su nombre deviene del frontal de la antigua iglesia de La Candelaria de Valle de la Pascua (templo derribado en 1955), que tenía forma de campana de Gauss invertida, el cual desde mediados del siglo XIX y por mucho tiempo fue el edificio más alto del poblado.
            Históricamente, por su ubicación geográfica es una de las esquinas con mayor tradición y referencia, puesto que en sus adyacencias está situada la Iglesia Catedral de Nuestra Señora de la Candelaria, que es la patrona de ciudad. Además, según lo expuesto por el obispo Mariano Martí, en su obra: Documentos Relativos a su Visita Pastoral de la Diócesis de Caracas. Tomo II,  en el año 1873 cuando estuvo en este sitio, en sus inmediaciones tenía su casa de habitación el canario Juan González Padrón, lugar donde residían su esposa e hijas (vivienda situada posiblemente en el lugar donde estuvo el abasto “Sol de oro” y actualmente están ubicados los comercios “La Cuevita” y otros más.
            Sin confirmación se especula, que en el otro extremo de la esquina (donde está la tienda “La Llanera”, tuvo asiento la casa de habitación de algún teniente de justicia mayor de finales del período colonial.  

 
Esquina de La Torre. (Fotografía cortesía de la Dra. Teresa Peña de Silveira).
            La fotografía que acompaña esta crónica, se corresponde con una vivienda construida en las últimas décadas de la segunda mitad del siglo XIX, que estuvo ubicada en dicha esquina, hasta los años sesenta del siglo XX, cuando fue derribada, para construir el edificio de la tienda “La Llanera” de los hermanos griegos Basilio, Juan y Evángelo Yanopulos.
            Dicha vivienda, como bien se aprecia en la fotografía, era una construcción de bahareque de dos plantas con sus balconcitos, techo de tejas de dos aguas y muy altas puertas. Ahí vivió el presbítero Pedro José Miserol. Luego la casa pasó a ser propiedad del médico, Dr. Mario Soto, bien que a su muerte heredó su esposa, doña Jesús Cabrera de Soto y su hija, doña Juana Soto Cabrera de Salazar, casada con el tucupidense Nicomedes “Chicho” Salazar. Posteriormente, doña Jesús Cabrera, una vez viuda, casó en segundas nupcias con don Ricardo Sutil, con quien residió en la precitada vivienda. Con don Ricardo Sutil, doña Jesús procreó dos hijas: Esther y Elba Sutil Cabrera.   
            Hasta que fue derribada en los años sesenta del siglo XX, en dicha vivienda tuvieron su sede los establecimientos y comercios siguientes: Que se recuerde, primeramente estuvo establecida una muy bien surtida librería, propiedad de José Rebolledo, y en la parte que colinda la farmacia, llegó a funcionar por un tiempo una escuela privada. Para los años 50 y 60, en la esquina estaba Sastrería “La Mejor” de don Carlos Zambrano; al lado, “Casa Henry”, un bazar de quincalla y otros géneros, propiedad de un ciudadano norteamericano llamado Mister Henry; y finalmente “Trajes Araujo” del trujillano don Rubén Araujo, casado con la dama vallepascuense, doña Hilda González. En la casa vecina, propiedad del farmaceuta, Dr. Antonio Aranguren, estaba el local de la farmacia “Llanera” que él mismo regentaba. 
            Hoy día, la otrora muy conocida esquina de La Torre, es mejor conocida por el nombre de esquina de “La Llanera”, diagonal a la Catedral, cargada de historia y referencia obligada del centro de la ciudad, por ser lugar donde confluyen la espiritualidad, el encuentro y el esparcimiento propio de la plaza Bolívar y otros lugares, algunas de las principales oficinas y entes públicos, así como expendios de todo tipo y condición de la Atarraya y calles vecinas, donde se desenvuelve el comercio citadino. Espacio siempre bullicioso, con sus buhoneros, tiendas y ventorrillos para todos los gustos, que atienden las demandas de los habitantes y visitantes de nuestra creciente y populosa Princesa Guariqueña.

            Valle de la Pascua, 20 de junio de 2012.